A medida que las personas envejecen, se produce un cambio natural en las dinámicas familiares. En muchos casos, los hijos adultos comienzan a asumir un papel de cuidador, que antes pertenecía a sus padres. En lugar de la figura de autoridad que durante tanto tiempo se mantuvo en la familia, algunos adultos mayores comienzan a sentir que sus hijos quieren tomar las decisiones por ellos, desde cuestiones de salud hasta decisiones financieras y de vivienda. Este cambio en el rol, sin embargo, puede afectar profundamente la autonomía y la autoestima de las personas mayores. Sigue leyendo. 

Por Redacción HEP

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que para 2050 el número de personas mayores de 60 años en el mundo se duplicará, llegando a aproximadamente 2 mil millones. Este envejecimiento global de la población ha llevado a que un número creciente de adultos enfrente problemas de salud crónicos o discapacidades relacionadas con la edad, como dificultades en la movilidad o pérdida de memoria. Como resultado, los hijos sienten la necesidad de intervenir para garantizar su seguridad y bienestar.

A veces, los hijos perciben que sus padres ya no son tan capaces de tomar decisiones debido a cambios cognitivos asociados a la edad. Aunque solo el 5% de los adultos mayores entre 60 y 69 años tienen algún tipo de demencia, este porcentaje aumenta significativamente con la edad, alcanzando aproximadamente el 40% en personas mayores de 90 años (según datos de la Asociación Internacional de Alzheimer). Aunque muchos adultos mayores pueden seguir siendo mentalmente competentes, esta percepción de fragilidad mental puede llevar a los hijos a querer tomar decisiones por ellos.

En muchas culturas, se espera que los hijos cuiden de sus padres en la vejez. Sin embargo, en algunas sociedades modernas, la dependencia puede interpretarse de manera paternalista, lo que resulta en una pérdida de independencia para los adultos mayores.

Los hijos, ya sea por amor o por preocupación, asumen roles de supervisión que no siempre son necesarios, basados en la idea de que “saben mejor lo que es bueno para sus padres”.

Cuidado de adultos en vejez avanzada // Freepik

Principales Detonantes del Cambio de Roles

Problemas de Salud

Uno de los factores más comunes es la aparición de problemas de salud. Los hijos tienden a intervenir cuando ven que sus padres experimentan dificultades físicas o cognitivas. Esto puede incluir la administración de medicamentos o el apoyo en actividades diarias.

Dificultades Financieras

En algunos casos, los hijos asumen el control financiero cuando sienten que sus padres no pueden manejarlo adecuadamente, especialmente si los padres han sido víctimas de fraude financiero, lo cual es más frecuente entre adultos mayores.

Decisiones de Vivienda

La necesidad de una vivienda asistida o la venta de propiedades también es un motivo frecuente de cambio de rol. Los hijos pueden insistir en que sus padres se muden a un lugar más seguro, lo cual puede crear tensiones si los padres no desean dejar su hogar.

7 Estrategias para Establecer Relaciones Más Respetuosas

La transición de roles entre los adultos mayores y sus hijos puede ser un proceso complejo y desafiante. Sin embargo, mediante una comunicación respetuosa, empatía y apoyo mutuo, es posible construir una relación de apoyo que mantenga la dignidad y el bienestar de todos. Estas son algunas estrategias : 

1.Crear Acuerdos Mutuos

Sentarse a hablar y definir los límites de cada persona puede evitar conflictos futuros. Por ejemplo, acordar que los padres mantendrán la independencia en ciertas decisiones, mientras que los hijos podrán apoyar en casos específicos, como el cuidado médico.

2. Fomentar la Participación Activa en las Decisiones

Incluso en situaciones en las que los adultos mayores necesiten ayuda para ciertas actividades, involucrarlos en las decisiones fomenta el respeto y fortalece su autonomía. Por ejemplo, si es necesario mudarse a una vivienda asistida, los hijos deben incluir a sus padres en el proceso, permitiéndoles visitar lugares y expresar sus preferencias.

3. Utilizar Lenguaje Positivo y No Paternalista

Evitar términos que puedan sonar condescendientes o como si se estuviera hablando con un niño es fundamental. Palabras y gestos positivos que refuercen la autonomía de los padres, tales como «¿Cómo te gustaría que lo manejemos?» o «¿Qué necesitas que haga para ayudarte?», promueven un ambiente de respeto.

4. Escuchar y Validar las Emociones del Otro

Validar las emociones de ambas partes reduce las tensiones. Para los hijos, reconocer la incomodidad o miedo que sus padres puedan sentir al enfrentar la vejez puede ayudar a que no se sientan invisibles. Para los padres, reconocer que los hijos pueden actuar desde la preocupación facilita una mayor comprensión.

5. Fomentar Actividades en Común y en Separado

Realizar actividades juntos, como salir a caminar o cocinar, fortalece el vínculo familiar. Sin embargo, también es importante que tanto los adultos mayores como los hijos tengan espacios individuales para desarrollar sus propios intereses. Este equilibrio permite que cada uno se sienta independiente y respetado.

6. Establecer un Plan Familiar de Emergencia

Tener un plan definido para casos de emergencia médica u otras situaciones críticas ayuda a disminuir la ansiedad y a evitar que los hijos asuman un rol de «rescatador». Este plan puede incluir información sobre hospitales, contactos médicos, y decisiones específicas previamente acordadas.

7. Buscar Grupos de Apoyo o Comunidad

Integrarse a grupos de apoyo donde otros adultos mayores y sus familiares comparten experiencias puede brindar perspectiva y estrategias adicionales. Estas redes no solo ofrecen consejos prácticos, sino que también reducen la sensación de aislamiento y brindan una fuente de compañía y aprendizaje.

Si bien es comprensible que los hijos deseen cuidar de sus padres en la vejez, es esencial que este cambio de rol ocurra de manera respetuosa y consensuada. La autonomía es una necesidad psicológica fundamental, y los adultos mayores merecen poder decidir sobre su propia vida siempre que sea posible. Con una comunicación adecuada y el respeto por la independencia, las familias pueden lograr una transición en los roles que preserve la dignidad y el bienestar de los adultos mayores.

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